El intento es el de descorrer el telón y
asomarse un poco para ver qué hay del otro lado, aún sabiendo que analizar
posibles escenarios políticos puede y suele tornarse un ejercicio tramposo. La
plasticidad propia de la vida pública vuelve inaccesibles algunos contextos. Aumentando
la complejidad, las formas de la contingencia actúan de modo tal que nada pueda
darse por sobreentendido o interpretado de un modo finalista. Intentar hacerlo
lleva el riesgo de la simplificación, pero tal vez valga la pena.
Elijo una descripción posible de la política
argentina. Por un lado, el kirchnerismo se deforma cada día como un rostro de
los cuadros de Francis Bacon, y por el otro la oposición se obstina en pendular
entre la falta de autoestima y la torpeza. Un poco más acá, parte de la
ciudadanía empieza a hacer el trabajo que la política no está demostrando poder
hacer.
Desde la mirada del gobierno la reelección es
una necesidad, material y simbólica, de los círculos íntimos de la presidente.
A estos se les suma el grupo heterogéneo de quienes viven su segunda juvenilia con
gusto de revancha personal y los jóvenes funcionarios que han encontrado su
aleph político justificado por arengas emancipadoras, ruidos de resistencia y
poder económico. Pese a sus poco inspirados argumentadores intelectuales, las
posibilidades de reelección son casi nulas. Entre los votantes no kirchneristas
de Cristina, la idea no convence y hasta es resistida en grupos bien cercanos
al gobierno. Más allá de algunos grupos tan interesados como sectarios, la
reelección no tiene ningún defensor de relevancia. Cuando el kirchnerismo sepa
que no puede reelegir, se verá de seguro alguna de sus peores caras. No es
posible ahora decir cómo procesaran y nos harán procesar a todos ese fracaso,
pero podemos estar tranquilos que no nos lo evitarán.
La oposición, por su parte, maneja un menú de
ineficacias lo suficientemente amplio como para no entusiasmar a nadie y aún no
ha encontrado ni el tono, ni la sensibilidad ni la inteligencia para aprovechar
las hermosas oportunidades que le otorga la descomposición cotidiana del
kirchnerismo. No es capaz de implantar agenda, pero tampoco de responder a la
agenda del gobierno, no tiene recambios generacionales frente a un oficialismo
repleto de caras joviales y frescas y, como un punto nada menor, no logra hacer
emerger un primus inter pares que pueda interpretar los deseos ciudadanos y
transformarlos en esperanza social.
Bajo estas estrellas, el jueves pasado, mucha,
mucha y variada gente, personas, hombres, mujeres, jóvenes, no tanto, viejitos,
bien vestidos y mal vestidos, salieron a la calle a protestar porque no les
gusta la manera de gobernar del kirchnerismo. Las consignas no eran claras, ni
siquiera eran atractivas, pero las manifestaciones fueron sorprendentemente
amplias, plurales y repartidas en todo el país. Ni analistas, ni políticos ni
intelectuales pueden tomar a la ligera un acontecimiento como el del jueves ni
pensar que no existe política, por el sólo hecho de no comprender del todo la
convocatoria. Más allá de la negación brutal y mal educada que el propio
gobierno hace, la oposición también debe anotar que algunos párrafos, no pocos,
les fueron dedicados.
Las posibilidades escénicas de la política de
futuro cercano se acortan aunque sea un poco. El kirchnerismo, imposibilitado
de reelegir, tendrá que optar por una locura (no me imagino cuál), por
desmontarse y trabajar en otra opción cuasiperonistas (en su ignorancia
política han esmerilado y maltratado a Scioli hasta el punto de convertirlo,
casi, en un opositor), o por exagerar la mueca emancipadora y el relato épico y
presentarse solos a conseguir el escuálido número de votos que les permite la
cacería dentro de sus propias alambradas.
El mazo de cartas de la política contiene estas
realidades del oficialismo, las inconsistencias de la oposición y las
manifestaciones populares del jueves pasado. Con todo esto hay que diseñar un
juego nuevo, una repartija distinta y creativa.
Como decía mi abuela Lina, hay que hacer de la
necesidad, virtud. En este caso, creo que una de las posibilidades
políticamente más aventurada es la de plantear con seriedad una primaria
abierta de toda la oposición, sin retaceos, bolillas negras ni tarjetas rojas.
Esta posibilidad reúne muchas ventajas, y sobre todo, ayuda a disminuir el
tamaño de las debilidades. En primer lugar muestra un pluralismo y una apertura
que pueden ser símbolo exacto de la discusión frente al populismo beligerante
del oficialismo. Por otro lado, en el caso –para nada descartable- de que algún
partido o facción se niegue invocando límites, sobreideologizaciones, o
consideraciones morales, tendrá que explicar porqué le niega al conjunto de la
ciudadanía la capacidad de elegir. En este mismo camino, una primaria de este
estilo permite rescatar algo de lo que anda suelto por ahí bajo la forma
indefinida de los cacerolazos y las manifestaciones. Volver política una
manifestación popular es darle a los manifestantes la posibilidad de elegir y
tomar decisiones relevantes. En este caso, esa relevancia es la de componer los
liderazgos hacia las próximas elecciones. El escenario presidencial de 2015
admite un experimento de esta naturaleza, pero más interesante aún seria
comenzar en algunos distritos relevantes -la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo-
en las legislativas de 2013. Esta opción puede ayudar a evitar la pequeñez del sistema político que se
tentará, una vez más, en usar las legislativas del 2013 como una oportunidad de
“contarse las costillas” e imponer números rídiculos sobre situaciones
políticas complejas para satisfacer la búsqueda de espacios institucionales que
sólo preservan la vida de los mandarines partidarios.
3 comentarios:
Comparto. Es coincidente con lo que está pasando en Italia no sólo en el contexto de la crisis sino también habiendo ganado siempre la abstención en las últimas elecciones. Los partidos políticos eligieron como consigna "elijamos Italia" porque la ciudadanía les recrimina que eligieron en las últimas décadas cualquier otra cosa que el propio país. Muy lúcido y desafiante análisis. Cris
"En este caso, creo que una de las posibilidades políticamente más aventurada es la de plantear con seriedad una primaria abierta de toda la oposición, sin retaceos, bolillas negras ni tarjetas rojas"
Excelente ! y eso desde 2013 como dice Gabriel.
Aprovechemos que existen las PASO
El unico obstaculo que veo es el ideologismo de ciertos nostalgicos de la socialdemocracia. Ojala prime la racionalidad
Es importante, necesario, pensar de que manera se puede canalizar la protesta.
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