En cuanto a la política, que nos interesaba, parece que no le han preguntado mucho sobre eso, al menos a mí me parece que hay un tratamiento de la cuestión del poder en todas las novelas.
Ah, sí, esa es una cosa muy importante, seguro. El poder eh, más que cómo conseguirlo porque no sé, por eso tampoco “Los Soria” digamos, tienen poder, digamos por artes mágicas a tenerlo, no así otros escritores, ¿no? Parezco muy dormido, les pido disculpas por favor, es que no me puedo acordar cómo se llama este, “La rebelión de los directores”, ¿cómo se llama el autor? Ah, Dos Passos, eh, ahí habla todo sobre cómo tomarlo o qué cosas se hacen para tomar el poder. Yo no, parto de que el poder ya está, entonces qué cosas se hacen con el poder, generalmente cosas muy malas, muy horribles. “Los Soria” es la humanización del dictador, cómo el tipo empieza siendo un hijo de puta igual que todos los otros, y termina humanizándose. No le sirve de nada porque perdió la guerra. “Los Soria” es el polo opuesto de otra novela mía que se llama “ La mujer en la muralla” y transcurre en la constelación de la gran muralla china con Qin Shi Huangdi.
Por todos los estudios que yo hice sobre Qin, tengo bastante derecho a decir que era un buen chico, un buen pibe, de buenos sentimientos, buen corazón. Y a raíz de que su madre hizo algo , porque tenía un padre distinto al que él creía, empieza a enloquecer, a ser cada vez más duro, más frío y termina siendo un genocida. Esta es la deshumanización del dictador. Así como “Los Soria” es la humanización, ésta es la deshumanización progresiva del jefe de Estado. Después no son los únicos poderes, el poder de la magia, el poder de las sociedades secretas, en fin son distintos poderes que hay en mis obras. Este, sí, el poder es muy importante, muy importante. Generalmente se usa para, decía Lao Tse en el “Tao te-King” que quien desee perder poder, primero deberá conseguir poder. Pero no es una cuestión de oponerse al poder en sí mismo, sino estar preparado para perderlo, para no actuar, para no oprimir a los demás, pero primero hay que tenerlo. Digamos un gobierno como la gente, a eso me refiero, ¿no?
Sí, claro, sí.
Y he estado en eso, no moviéndome en política, eso jamás lo hice, sí moviéndome para mi propio crecimiento personal, para tratar de dilucidar estos problemas, del poder y qué hacer con él, como ser humano.
Alberto, yo soy politólogo, él es sociólogo, por lo que tenemos un problema de entrada. (risas) Pero, me parece bueno lo que estás diciendo, la verdad es que si se comprendiera un poco en la facultad esto, ¿no?
Un poco una confesión personal, nuestra generación ha sido educada en lo disruptivo, en la resistencia al poder, y sin comprender absolutamente nada de él, y sin comprender a usarlo para bien. El mismo poder per se era malo y era algo a ser resistido, uno era moral si resistía al poder.
Claro, claro, claro.
No si se educaba para ejercerlo, para, en general, en común o lo que fuera.
Seguro.
Si hasta está en demodé, digamos, casi, utilizar la concreción del poder para el bien común, digamos parece una idea hasta fuera de lugar. ¡Qué interesante!, ¿no? Incluso en las construcciones de su obra, que es tan política en algún sentido, digamos, en el que vos hablabas recién, hay, existe el poder, existe el poder, existe el poder de la mafia, existen otros poderes, es cierto; pero da la sensación, no sé, capaz me estoy equivocando, pero que las historias empiezan a generarse alrededor de una construcción que es casi la construcción orgánica de un poder político. Digamos, de países, sociedades, generadas así.
Sí, por lo menos en muchas de mis obras.
Sí, sí. Y eso es interesante ponerlo en tensión con casi la totalidad de la literatura de los años ’70.
Sí, supongo que sí. Pero es un error, porque ahí se confunde lo que es oposición a, a poderes malvados con oposición al poder mismo, lo cual es un disparate. Vuelvo a la frase de Lao Tse: quien desee perder poder, primero deberá conseguir poder. Es así.(risas).
Bueno, para vos resulta muy obvio, pero eh, no es poco decir esto, eh, a nosotros no nos han educado para ejercer el poder.
Claro.
Tal vez porque nunca íbamos a llegar a alcanzarlo, tal vez ya se dieron cuenta de antes que no íbamos a llegar nunca.
No, bueno, no, es grave eso, porque entonces la gente que vale queda definitivamente afuera y también queda definitivamente afuera la Nación de la posibilidad de ser gobernada algún día por gente que valga la pena.
Sí, yo estoy cada vez más, más lamentablemente cercano a una posición así. Creo que va a ser muy difícil, porque es cierto que sin esta concepción del poder va a ser muy difícil. Teniendo esta concepción del poder, es cierto que, digamos, dedicarse a, a la realización personal y demás, es una opción sin duda, que lleva, que lleva a uno una vida, sin duda. Pero parece haber en vos una, una tajante decisión personal a no dedicarte a la política como cosa práctica.
Sí.
¿Eso responde a alguna cosa en particular o, o directamente a cuestiones casi materiales de tiempo?, es decir, bueno, tengo tiempo solamente para ser Laiseca no para...
Cuestiones materiales de tiempo y, además es toda una vida la que se dedica a las distintas cosas. Hay una, hay una vida para ser físico teórico, otra para ser escritor, otra para ser político. No se puede todo. Yo igual algo estudié de economía, para, para por lo menos tener un, un voto conciente. Y si no después viene Martinez de Hoz con su tablita, o viene Cavallo, y todos te parecen honestos, y todos te parecen planes maravillosos aunque son opuestos unos con otros. Cada uno dice que todos los anteriores eran una cagada, que él tiene la obra maestra económica. Y como uno no sabe, bueno, ojalá este tipo no entienda nada, pero ojalá que este tipo arregle algo. Sin embargo hay pautas que todo ciudadano debería saber aunque no haya pisado las aulas económicas. Este, miren como de la literatura hemos pasado a otra cosa.
¿Volvemos a cuestiones literarias? Bueno, el realismo delirante, cuándo usted se da cuenta que, cuándo lo cataloga como tal, porque uno a veces puede escribir y no...
Mucho después, mucho después.
¿Usted lo cataloga así o se lo sugieren?
No, no, no. Yo lo llamé así, realismo delirante, este. No sé cuándo le puse ese nombre.
Cuáles le parecen a usted que son los escritores que han influido en ese realismo delirante o, escribe sólo usted acerca de esa manera?
La gente que yo siento cerca sí pero, pero no que me hayan influido para la manera de escribir. Sí que me han influido muchos escritores. Pero, pero no en cuanto al realismo delirante, sino otras influencias, Oscar Wilde, Edgard Allan Poe, una escritora norteamericana de origen ruso muy poco conocida que se llama Ayn Rand, a, y, n, Rand, como la organización Rand, que escribió “El manantial”, “La rebelión de Atlas”, este. Que es una mujer que no tiene nada de delirante, escribe novelas clásicas. Una viejita que murió a principios de la década de los ’80, y bueno, qué se yo. No, este, yo era muy amigo del gordo Soriano, pero él decía que él y yo éramos los únicos que hacíamos realismo delirante en Argentina, ¿no?
No sabíamos eso.
¿Eh?
No sabíamos eso, que usted era amigo de él.
Sí, era muy amigo de Soriano,. El gordo me ayudó mucho a mí. Me ayudó a publicar mi primera novela, con “Corregidor”, me dio una gran mano el gordo, y fuimos, estuvo en casa comiendo un mes antes de que se muriera, no acá, en, donde yo vivía antes con mi mujer, ahí en avenida San Juan. Un mes antes, no nos dijo nada que estaba tan enfermo, tuve un problemita de salud pero ya está todo arreglado, nada, nada, no nos dijo un carajo, y al mes nos enteramos por la televisión.
Y, ¿cómo lo conoció, de dónde lo conoció, usted?
Una amiga me llevó a él. Una amiga llamada Tamara Camenzano, su hermano es poeta, me lo presentó a Soriano, en la vieja “Opinión”, en la vieja “Opinión” de Timmerman, no en la nueva, en la vieja. Y bueno, este, el gordo me leyó, se entusiasmó mucho, con mis escritos. Me dijo: dejá nomás yo los voy a llevar las cosas, se las voy a llevar a Pampín, a “Corregidor”, me dijo. Y ahí llegué yo, igual hubo un trámite muy largo, como de un año, qué se yo, bueno, por razones de editorial y demás que tenía Pampín en ese instante, pero me lo publicaron. Así fue la historia. No, con el gordo pensábamos muy distinto sobre muchas cosas, si lo han leído a Soriano van a ver que escribe muy distinto a mí.
Sí, sí, sí.
Pero, es realismo delirante lo que escribe el gordo, en verdad.
Sí, la verdad es que yo no había hecho el paralelo hasta que lo mencionaste.
Y sí. Cada uno lo descubrió por su cuenta porque el gordo ya era un escritor hecho y derecho, había, le habían publicado con gran éxito y traducido a muchos idiomas “Triste, solitario y final”, y yo no lo había leído.
No.
Y, bueno, y bueno y él a mí tampoco, ciertamente, este, así que bueno, vidas paralelas, ¿no?, con cosas muy distintas pero con coincidencias. Eso se da a veces en el arte, eso a veces se da.
Usted en una de las novelas se pronuncia en contra del arte abstracto.
Ah, sí, totalmente.
Sin embargo sus novelas son muy metafísicas. La cuestión del ser y el anti-ser parece ser bastante abstracta, ¿no?
Ah, no, pero una cosa es qué es la metafísica, justamente como usted bien lo dice, y otra grande diferente es la, la abstracción, colocar todas las cosas en la misma jerarquía, que, me gusta la armonía, no la desarmonía. Yo creo que la humanidad tenía que pasar por el período de la dirección hacia la abstracción, aunque más no sea para sacárselo de encima. Bueno, pero ya es hora de sacárselo de encima. Cuando Stockhausen compuso (“Ciclo”), bueno, todos debimos decir, bueno, ya está todo hecho, (risas), volvamos a la armonía por favor, ya está, ya se hizo. (Canta) ya está, basta de vaina, ya se terminó, este, un ciclo agotado. Se decía que estaba agotada justamente lo atonal, cómo puede estar agotado lo atonal, porque lo que se agotó no bien comenzó, porque es casi fenotípico (“Ciclo”) de Stockhausen, lo que se agotó es lo atonal. Ah, podemos escribir toda la vida, siglos escribiendo, haciendo cosas atonales, pero no provocan la sensibilidad, la profundidad de todo intelecto, de todo intelecto, de pura abstracción e intelecto. Yo puedo comprender esa música, y creo que la comprendí, en un período de mi vida, pero ya no quiero comprenderla más, porque para comprenderla me tengo que meter en un mundo donde se deja de lado a la mujer, el agua, la ventana, el sol. O sea lo terrenal, el mundo en el que vivimos, y pasamos a la música de la esfera, vamos a tener toda la eternidad para estar en la música de las esferas, para qué apresurarse. Tenemos nada más que un pequeño período terrenal, más bien aprovecharlo. Una vez un discípulo, su discípulo predilecto, (Jiu-You), estaba muy preocupado, Confucio jamás hablaba de monstruos, seres sobrenaturales, vida en el otro mundo, ni nada por el estilo. No es que no creyese, sí creía, pero jamás hablaba de eso. Entonces (Jiu-You) un buen día se le acercó y le preguntó: ¿maestro, cómo es la, la vida después de la muerte? Confucio dijo: Ah (Jiu-You), nada sabes de este mundo y ya te preocupas por el otro, más vale preocúpate por éste mundo y después preocúpate por el otro, y tenía razón. Las enseñanzas de Confucio son, mas allá de que estuviera muy equivocado y muy exagerado en muchas cosas, de todas maneras es un programa absolutamente terrenal, eso es todo lo que te puedo responder sobre el arte abstracto.
Bien, eso de la cuestión del ser y el anti-ser, yo sé que usted no está de acuerdo con la teoría del Big-bang.
No, para nada, no.
¿Por qué, por razones físicas, estéticas?
No, por razones físicas, este, qué cosa, nunca me han hecho preguntas tan extrañas (risas)
4 comentarios:
muy buena la entrevista
Buenísima la entrevista a Laiseca, gracias por enlazarla!
Qué buena entrevista! Gracias.
Y Laiseca es sin dudas una persona remarcable.
Buenísima entrevista.
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