Your dog, 2002, Yoshitomo Nara, Minneapolis Institute of Arts
(Esta nota fue publicada en @Bastion_Digital el miércoles 14 de agosto)
En la descripción de lo que pasó con UNEN el
domingo concurren muchos factores. Para comprenderlos mejor sugiero hacer dos
cosas. Por un lado tratar de entenderlos dentro de un contexto político que los
excede, y por el otro, ser prudente en el manejo de los resultados.
En el casillero de las virtudes hay que colocar
en primer lugar que UNEN es un experimento político. Es muy modesto, pero
agranda su tamaño en el marco de un sistema político cada vez más conservador. UNEN
entendió el mensaje de la ciudadanía de Buenos Aires, le dio una herramienta para que su participación corporal en la elección tenga utilidad y resultó un
experimento exitoso. En el mismo camino, otra característica importantísima de UNEN
es que asumió riesgos. Calculados algunos y sorpresivos otros, cada una de las
tres fuerzas que se midieron en UNEN, asumieron un rasgo de aventura que ponía
en suspenso su propia participación. Tuvieron la osadía de dejar la mesa de
negociaciones cerrada y encajonada en las oficinas de los mandarines para
salir, pudorosamente, a probar el airecito de la calle. Y eso también rindió.
UNEN se encontró, entonces, con un escenario
amigable. El gobierno nacional tiene harto a los porteños y el desprecio que la
presidente tiene por nosotros encontró un paralelo casi exacto. Salvo un
porcentaje menor – el mismo que conquistó la fórmula Filmus-Cabandié- el resto
de las personas creyeron que cualquier cosa que hace el gobierno, pero
fundamentalmente la presidente, tiene la marca del odio hacia todo lo que
ocurre en Buenos Aires.
El otro oficialismo, el PRO, cometió errores
casi amateurs en la construcción de las listas y en su puesta en escena
política y, además, comienza a pagar de a poco el desgaste propio de la
gestión. La obstinación del PRO por hacerle creer a todos que la nueva política
es en realidad una escena impolítica donde todo el mundo baila y salta de la
mano mientras ríe a carcajadas, paga en la ventanilla de la política
democrática más lisa y llana. Cuando se gobierna, hay desgaste, y si no se
promueven liderazgos alternativos, las figuras providenciales o carismáticas
alguna vez muestran fisuras. Está claro que el PRO tiene todavía un favor
público en la Ciudad muy importante y hasta se puede admitir que mucho de los
votos de UNEN este domingo pueden terminar en octubre en el PRO, pero la
negación y la falta de reflexión no parecen atributos serios para una fuerza
que se presenta como alternativa nacional.
Bajo estos soles políticos, el plan de UNEN de
darle a los ciudadanos un lugar donde decidir tuvo un interesantísimo
resultado. Un poco más de ocho puntos de diferencia en Diputados, y un punto en
Senadores sobre las listas del PRO. No me interesa aquí entrar en discusiones
aritméticas (arte del que, por otra parte, lo desconozco todo menos lo
elemental) acerca de si los votos de UNEN deben sumarse o no. La consideración
política es clara: UNEN es una fuerza política y sacó una determinada cantidad
de votos. No se puede saber si sacará los mismos en octubre, pero esta máxima
aplica para cualquiera de las fuerzas en competencia. Para no ser acusado de
ingenuo, me involucro más en este problema para distinguir entre las dos
categorías en competencia. La lista de diputados nacionales de UNEN sale de las
PASO mejorada, ordenada por la participación de personas comunes, pluralizada y
fortalecida. La lista del PRO, decidida en base a equivocadas técnicas de
marketing y entre cuatro paredes, es idéntica a sí misma en octubre y tiene que
remontar casi diez puntos de diferencia.
En senadores, en cambio, la ecuación se
invierte. La diferencia a favor de UNEN es irrelevante y la candidatura de
Solanas es, por estilo y por temperamento, la menos preparada para discutir el
senador por la minoría con el Frente para la Victoria. Los ecos
primerperonistas de Solanas son demasiado audibles como para no tenerlos en
cuenta y sus acreditaciones opositoras frente al gobierno nacional no ofrecen
ninguna confianza. Esto podría volcar la tendencia y trasladar votos a Gabriela
Michetti. Si el caudal alcanza o no para que Filmus termine en segundo lugar es
algo que no podemos predecir ahora sin riesgo de caer en la fantasía o en la
ciencia ficción.
En ambas categorías, el desafío de UNEN es el
mismo. No traicionar ese breve espacio de juego que abrió asumiendo el riesgo
de usar las PASO volviendo a situaciones políticas más tradicionales. Para
hablar en buen romance, UNEN tiene que cuidarse mucho de no entrar en
discusiones y provocar tensiones que lo devuelvan a un esquema tradicional. El
tránsito de UNEN de aquí a octubre debería parecerse mucho a lo que va ir
pasando con el clima. UNEN debería mostrarse con los ciudadanos como ese sol de
fin del invierno, que calienta lo suficiente como para no agobiar, y que nunca
se convierte en una molestia.
Pero más allá de lo que pase en octubre, hay
algo que ya ha sucedido y que, de utilizarse, puede abrir algunas puertas
interesantes. La utilización de las PASO como herramienta demostró su eficacia
sobre todo en lo más difícil de conseguir. Por un rato, y solo por un rato –y
esto es saludable- la política es mirada con atención por las personas que no
viven -en un sentido amplísimo- de la política.
Con un peronismo que se muestra como las
esculturas de rostros facetados de Minujin pero con el complejo adicional de no
saber cuál va a ser su rostro definitivo y con el PRO obstinándose en
convertirse en otra de las oportunidades políticas perdidas de la Argentina,
una fuerza plural que defina sus liderazgos electorales por la vía de las PASO aparece,
al menos, como estimulante.
El espacio panradical puede, si es astuto y
abandona la nostalgia (esto es, si deja de lado sus excesos ideologizantes y
sus pretensiones performativas de ser socialdemócrata), convencer y seducir a espacios liberales y
republicanos decepcionados por el PRO. Otros podrán convocar a tradiciones con
otros idearios y otras pertenencias territoriales. Todos podrán apelar a la
necesidad de cubrir éticamente el territorio arrasado que deja el kirchnerismo.
No se descubre un candidato a presidente de un
día para el otro. Las personas están y no serán otros los que puedan competir.
Cobos viene de un triunfo impactante, Binner de ratificar su liderazgo en Santa
Fé, Carrió resurgió en la ciudad y Sanz aparece como una suerte de estratega
general con aspiraciones más que validadas.
Con sincera inclemencia digo que no creo que
una fuerza con esos nombres pueda resolver los problemas más graves que para mí
tiene la Argentina. Pero es un paso grande, enorme, en esa dirección. Es el primer
paso para que otros, mejores, se animen en el futuro a jugar y a inventar. A
crear una sociedad abierta, sin ataduras conservadoras con un pasado que nunca
fue glorioso.
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