domingo, 27 de marzo de 2011

Ni Clarín ni La Nación, el problema es de perfil

La política argentina está teniendo problemas si se la mira de perfil. No es que no los tenga si es mirada de frente, pero se agravan al tiempo de observar cómo, con qué actitudes, con qué lógicas y qué tipos de acuerdos se proponen las distintas fuerzas políticas. Cualquier mortal, aún aquél que se mantenga alejado de la política, está en condiciones de advertir que los perfiles se han desdibujado hasta llegar a su parodia.

Se podrá decir que no es un problema nuevo. Se podrá argumentar que los trabajadores siempre estuvieron representados por la derecha, que los liberales fueron casi fascistas o que dentro del peronismo entra desde Rosa Luxemburgo hasta Lopez Rega pasando por Laclau. Pero eso, ya se sabe, es en cierto modo el reino de la historia. Dejémoslo para los historiadores, que los hay y muy buenos.

La actualización del dilema del desperfilamiento (raro vocablo) viene ahora de la mano de las expresiones políticas cercanas a lo que se conoce, a falta de un mejor retrato, como el progresismo. De un tiempo a esta parte todo parece posible, en términos de nombres propios, fuerzas políticas y acuerdos electorales en las orillas de la centroizquierda. Las listas para las próximas elecciones pueden contener casi cualquier combinación, desde las más vulgares hasta las más imaginativas.

En el país del mundo donde es más sencillo y cuesta menos alcanzar el carnet de progresista, los partidos y agrupaciones de la izquierda moderada juegan descaradamente el mismo juego que siempre le señalaron, por su inmoralidad, a la derecha. Marxistas a lo Groucho, si las encuestas dicen que la ciudadanía no los quiere para este distrito, se presentarán en otro. Si esas mismas encuestas dicen que no a Diputado, pueden decir que si a Presidente o a Legislador. Muchos incluso utilizan el poder de los medios, que transcriben el sesudo y empeñoso trabajo de las consultoras fabricando candidaturas con una facilidad y una puerilidad pasmosa.

Por mucho que nos duela a quienes pertenecemos de algún modo a este continente político, sus prácticas institucionales, sus lógicas de resolución de conflictos y sus esquemas de liderazgos son los más conservadores de la política argentina a lo que se suma, en estos tiempos, los problemas de perfil.

Hay otra interpretación, complementaria y a la vez más angustiosa. De ella se desprende que, en realidad todo es posible porque es también mentira. Que en realidad nadie quiere hacer realmente lo que dice que quiere hacer. Tal vez no sea equivocado del todo pensar que nadie o casi nadie quiere en serio institucionalizar un frente progresista sino que la pretensión es salir lo mejor parado posible, en términos de cargos, de la próxima elección. Sólo así puede explicarse que se antepongan delirantes amalgamas antes que pensar en racionales y hospitalarios acuerdos que permitan convivir a maneras de percibir el mundo no siempre coincidentes. Tal vez no sea tarde para suplantar embrollos temporales por acuerdos de principios y de objetivos. Tal vez nos quede tiempo como para pensar en conjunto qué tipo de sociedad queremos para nosotros y para los que vienen. Si queremos una sociedad abierta y cosmopolita o cerrada sobre sí misma, una sociedad que genere posibilidades de superación personal o una que lucre con la pobreza como componente conceptual de su razón de ser política.

Hay que trabajar mucho y rápido. Estamos demasiado cerca de que la ausencia de inteligencia y la falta de un programa de mediano y largo plazo que permita orientar a propios y extraños en la construcción de una esperanza política de izquierda democrática se constituyan en la antesala de un escenario en donde sea el peronismo en sus dos versiones, como Jano, quién decida sobre el futuro.

14 comentarios:

Flavio Buccino dijo...

En línea con los acontecimientos y antes del bloqueo un post en mi blog: Apretar o ser apretado: ¿Esa es la cuestión? - Democracia en peligro http://flavioluisbuccino.blogspot.com/2011/03/apretar-o-ser-apretado-esa-es-la.html

Felipe dijo...

" Tal vez no sea equivocado del todo pensar que nadie o casi nadie quiere en serio institucionalizar un frente progresista sino que la pretensión es salir lo mejor parado posible, en términos de cargos, de la próxima elección"

Muy cierto,
Creo que le haría muy bien al sistema de partidos en Argentina, una suerte de Frente Amplio como en Uruguay.
Podría estar compuesto por P.Sur, P.Socialista y siendo un poco generosos el GEN.
Incluir a la UCR en este frente seria vaciarlo de contenido progresista o centro-izquierdista.
Dos tercios de los senadores de la UCR votaron contra el matrimonio igualitario. Dificilmente se pueda conseguir una sociedad mas abierta en torno a esta fuerza política

Gabriel Palumbo dijo...

Por mucho que me disguste, hay algo de cierto en la opinión de Felipe. Pero es parcial. Si bien es así en relación no sólo con el tema que utiliza como justificación (ya escribí aquí mismo que no me parece un parteaguas ese tema, Macri se declaró a favor y no se volvió por eso progresista) y también en la manera en que el radicalismo asume alguas cuestiiones, no es menos cierto que en términos de su representación cultural y política la UCR sigue siendo valiosa y, además, y sobre todo, cuenta con la mejor calidad de dirigentes jóvenes que tiene la política argentina y está en condiciones de juntar una interesante cantidad de independientes que miran la política desde afuera, en beneficio de su salud mental.

Felipe dijo...

Gabriel,
no me queda claro si preferis un frente progresista articulado en torno de la UCR, o si preferis que la UCR quede afuera de ese armado.

" la UCR sigue siendo valiosa y, además, y sobre todo, cuenta con la mejor calidad de dirigentes jóvenes que tiene la política argentina"

a que franja etaria te referis ?

Gabriel Palumbo dijo...

A lo que me refiero es que un frente progresista debe estar en condiciones de contener a la UCR en su versión más progresista. Si el candidato es Ricardo Alfonsín, cosa que descuento, es una opción interesante para la coyuntura. En relación con los dirigentes jóvenes a los que me refiero se trata de una generación de menos de 50 años, que no tienen notoriedad pública pero que se han formado, han trabajado políticamente y generan todo el tiempo una cantidad de accesos críticos a lo que pasa en la política argentina sumamente valioso. Hay que decir, también, que es probable que las anquilosadas estructuras de la UCR terminen por barrer con esos ímpetus, pero haremos lo posible para que así no sea.

Felipe dijo...

"En relación con los dirigentes jóvenes a los que me refiero se trata de una generación de menos de 50 años"

ufff menos mal que no dijiste 60 porque sino hubiesemos tenido que incluir a ...

http://2.bp.blogspot.com/-Ye0fdRz0aTQ/TZBd6WQSQOI/AAAAAAAACSU/HHEmygEqGGM/s1600/UCR-3-OBREGON-%25282%2529.jpg

Seba T dijo...

Estimado Gabriel: ante todo, felicitaciones por el blog. Discusiones más que interesantes las que venis planteando.
Respecto a la conformación de un espacio progresista (de izquierda) con políticas claras, a corto, mediano y largo plazo, es incompatible con el actual radicalismo. Si queremos propugnar el fin del bipartidismo, no podemos tirarle un nuevo salvavidas a un partido devastado (y, salvo la leve excepción de Alfonsín, con un horizonte de centro-derecha) y que merece desaparecer en el fango de la historia.
Creo que lo que hay que pensar es en una articulación seria que no desemboque en un nuevo frepaso. Para que el progresismo en la Argentina recupere su lugar debe revisar los muchísimos errores cometidos. Sino, como bien señalás, queda todo entre los peronismos.

Anónimo dijo...

Mi desperfilado aporte a la búsqueda de consenso
1
La pareja antagónica oficialismo/oposición es entendible en la actualidad, pues la oposición se opone y el oficialismo es el oficial que da órdenes. Ahora, ¿oficialismo/oposición respecto a que? Se supone que el partido o coalición que ocupa los cargos en el gobierno es el oficialismo, mientras que el resto es la oposición que generalmente se encuentra en la legislatura. Esto es casi automático. De ahí que un congreso sin mayoría oficialista sea a priori un problema enorme para cualquier gobierno, porque la oposición, básicamente, se opone ciegamente a todo, lo mismo que el gobierno ciegamente veta todo. Esto termina llevando en algunas ocasiones a jueguitos de poder en los que se pretende dejar, frente a la opinión pública, mal parada a la contraparte por medio de su oposición o veto a proyectos disparatados. En otros casos la cosa se pone más grave a raíz de hechos de violencia social premeditados o no desde el ámbito político, pero utilizados "políticamente" tanto por gobierno u oposición para incriminarse mutuamente. Lo mismo ocurre con algunos males sociales y económicos.
Cabría preguntarse el porqué de este enfrentamiento. Una respuesta, por ejemplo, podría ser la lucha que existe entre los partidos políticos para ubicar a sus militantes en cargos estatales, lo cual de por sí es un problema importante. Otra respuesta sería que existen diferencias ideológicas muy marcadas entre los políticos y esto es lo que llevaría al enfrentamiento, aunque no creo que éste sea el caso argentino. También se podría argumentar desde problemas comunicativos hasta luchas por el poder o el honor de ejercer cargos públicos, pasando por la teoría de los pesos y contrapesos entre poderes. Personalmente creo que hay un poco de todo esto.

Anónimo dijo...

2
Sin embargo, el planteo pasa por otro lado. Los opuestos gobierno/oposición revelan algo más profundo. Aparentemente es algo real que se manifiesta claramente en la dinámica legislativa y, en este sentido, es transparente ya que explicita el conflicto político. Pero, por otra parte, oscurece algo que debiera ser más importante, el consenso.
La pregunta sería, ¿en que medida hablar constantemente de oficialismo y oposición realimenta el conflicto por un lado, mientras que por el otro disminuye la capacidad de lograr consenso? Está claro que no solo este tema comunicativo o lingüístico afecta al consenso, tal vez ni siquiera sea el más importante, pero es un tema pequeño que merece consideración. Continuando, podría decirse que es imposible determinar dicha medida de implicancia y que la cuestión pasa más por un ámbito de creencia o de fe. Sin dudas que el partido o coalición que ejerce los cargos de gobierno se encuentra en una posición muy distinta a la del resto de los partidos. Pero esta distinción no tiene porque ser necesariamente de oposición si pensamos en el rol que debieran cumplir los políticos al interior de un Estado. Creo que ese rol, justamente, es el de lograr consenso. Pues bien, ¿qué consenso?, se podría pensar que el consenso ya existe y está representado por lo que vivimos. Quizás la pobreza, la corrupción, la contaminación, la inseguridad, las guerras, los jueguitos de poder y todo este tipo de cosas formen parte del consenso. Mientras que el conflicto queda circunscripto en la esfera del régimen político, esto es lo que se dijo respecto a las causas del enfrentamiento entre partidos. Pensar las cosas de este modo es macabro, pero si esto fuera así, como parece que es en la realidad, claramente hemos entendido todo al revés. Sin embargo, cuando se escuchan los discursos políticos en campañas electorales o en cualquier circunstancia, el consenso aflora. Todos quieren terminar con la pobreza, a todos les preocupa la inseguridad y todos se oponen a la corrupción. Quiero creer que eso es realmente lo que se busca. Pero si no hay intenciones de aplicar medidas profundas y consensuadas de largo plazo, difícilmente se pueda hablar de un consenso real. Creo que esto ocurre porque el conflicto político desborda a este anhelado consenso de largo plazo tendiente a conseguir una sociedad más justa y equitativa.
Para intentar superar esta situación de antagonismo, lo que propongo es pensar la distinción y relación entre gobierno y no gobierno de una forma que no solo no tape lo que debe tener de consenso, sino que ponga al mismo en primer plano. Esto significa abandonar los términos oficialismo y oposición qué únicamente representan el mal entendido lado conflictivo y real de la política, por otro par de conceptos o trío o lo que se quiera, que representen la real y necesaria cara del consenso y la cooperación...

Raulo

Gabriel Palumbo dijo...

El comentario de Raulo es muy interesante. Ya desarrollé en otras notas de QUILT la idea de un conflicto percibido en registro colaborativo. Seguiré pensando que ese es el esquema que favorece a la democracia, aún cuando no veo que la política argentina se encamine hacia esa orilla. En términos concretos creo que eso sólo es posible con sucesivas experiencias a cada una más democrática que la anterior, sin alteraciones populistas que vuelven todo al punto de inicio, o más atrás.
La dilución de las categorías oficialismo-oposición, sin embargo, me queda menos clara. Más allá de su uso desde la costumbre, creo que discrimina bien tanto aspectos estrictamente políticos como institucionales. Sabemos que la mayoría de las veces ese juego se alimenta de sobreactuaciones, pero tanto por la alternancia como por la posibilidad de dar a la ciudadanía visiones diferentes sobre los problemas, es un par de conceptos a los que todavía me parece prudente dejarles paso. No así derechas e izquierdas, que, a estas alturas, así expresados, no significan absolutamente nada.

Felipe dijo...

Gabriel, Raulo
 
Me gusta al idea de Gabriel acerca de “un conflicto percibido en registro colaborativo”.
Aunque parezca mentira ,se parece mucho a la teoría agonista de los populismos latinoamericanos.
 
La idea misma de antagonismo revela la existencia de ciertos conflictos para los cuales no existe solución racional.
A diferencia de los liberales, los populistas no creemos en la posibilidad de una reconciliación final gracias a “la razón”.
Reconocemos la posibilidad siempre presente del antagonismo.
El anhelo de Raulo (“Para intentar superar esta situación de antagonismo”) nos parece inalcanzable.
Los populistas creemos justamente que para ciertos conflictos el antagonismo es por definición insuperable y hasta constitutivo.
 
El tema es .. cómo hacer para que ese antagonismo no se procese bajo la forma “amigo-enemigo”?
La solución es expresar el conflicto bajo la forma “agonista”. (y no “antagonista”)
En el agonismo se le reconoce legitimidad a las reivindicaciones del adversario a sabiendas que no existe solución racional al  conflicto.
Lo que si puede existir entre adversarios políticos es lo que algunos llaman el “consenso conflictual” (parecido tal vez a lo  que Gabriel llama “conflicto percibido en registro colaborativo”).
En el “consenso conflictual”, los adversarios se ponen de acuerdo sobre los principios ético-politico que organizan su asociación política pero sabiendo que discrepan en sus interpretaciones.
 
Ejemplo de la 125 en el 2008
Las reivindicaciones de la Sociedad Rural de no pagar retenciones eran totalmente legitimas pero también lo eran las de un gobierno que quería taxar ciertas transacciones comerciales.
Como se hace entonces para resolver esto sin matarse y que sobrevivamos todos a la aventura?
Lo definimos en el marco de los principios que rigen nuestra convivencia civilizada .. y dentro de ese marco gana el que junta más apoyos.
No faltaron estridencias ; tal vez no hubo toda la amabilidad que hubiésemos querido pero el conflicto fue procesado a través de las instituciones.
Aquella vez nos toco perder

Gastón Vega dijo...

Si se reconoce al conflicto como constitutivo, entonces desechémoslo. Si, como sugiere Dewey, el conflicto está en los ojos de aquel que lo advierte, entonces por qué no empezar por otro lado. Quizás, pensando en que es posible una sociedad en la que podamos ganar algo todos y no solo aquellos cuyas demandas deben ser satisfechas. Respecto a lo que dice Raulo, no veo al tema comunicativo como una cuestión menor. Entiendo que no es importante evitar nombrar a unos como oficialismo y a otros como oposición. Pero si es fundamental redefinir el discurso de la cooperación: crear esperanzas y a pensar un futuro que no se parezca en nada al pasado que no queremos. Para esto, es necesaria una ciudadanía comprometida y políticos libres que le hagan frente a su conservador espíritu certero. Desafiarse a uno mismo como simple ser humano, encontrarse cara a cara con su esencia. Entonces, nos daremos cuenta que hay muchas cosas que son así y punto, como el conflicto. Como la historia. Que están ahí, siempre presentes. Pero que muy pocas cosas pueden solucionar con su sola presencia. Entonces, sentiremos un vacío gigante y la incertidumbre se hará presente. Será el momento de soñar, de tener nuevas ideas y deseos. Y por qué no, habrá llegado el día en que, en igualdad de condiciones y cada uno con lo suyo, empiece a pensar en un futuro en común. Sin resaltar las diferencias. Ni los conflictos estructurales.

Gabriel Palumbo dijo...

Felipe, la verdad es que no se parece en nada, pero bueno, además es gracioso que crea que la política progresista del gobierno K de asufurar que los hacendados se compren 5 departamentos por cosecha forma parte de la faz agonal de la resolución populista de los principios, Yo sé que vos sos un tipo de buena leche, te lo tengo que decir así, te están cagando.

Anónimo dijo...

Estaba pensando en los mecanismos o las formas que dan sentido a la democracia que hoy tenemos. Sin dudas incluyo las categorías derecha e izquierda, la idea de militante, agrego oficialismo y oposición, y seguramente habrá muchos más, no sólo políticas como éstas sino por fuera de lo estrictamente político.
La pregunta que me hago es: ¿Qué sentido tendría votar si estuviéramos todos de acuerdo?
1. Izquierda/derecha
No conozco a ningún político ni nadie en general que prefiera la pobreza a la riqueza, la inseguridad a la seguridad, la guerra a la paz, la injusticia a la justicia, el hambre a la abundancia, la ignorancia a la educación, etc. ¿Entonces? En el discurso creo que todos están de acuerdo pero, ¿que oculta ese discurso? Espero que nada. Lamentablemente existe la pobreza, la inseguridad, la guerra, la injusticia, el hambre, la ignorancia, etc. ¿Quizás el conflicto no esté tanto en los grandes problemas sino en las soluciones? Creo que la solución Comunista, si bien el PC existe, está totalmente descartada. La extrema izquierda no es tomada en serio por nadie, ni me preocupa. Sí, en cambio, se piensa en la dilución del Estado por la extrema derecha, aunque sean muy pocos, ésto sí me preocupa. Si bien es posible algún tipo de lazo comunitario por fuera del Estado creo que estamos a años luz de conseguirlo. En las formas de pensar el mundo hoy las categorías izquierda/derecha están en un cierto equilibrio después del susto que generaron el Stalinismo y Cuba por un lado y la época neoliberal, que todavía padecemos, por el otro. Quien proponga soluciones extremas está condenado al fracaso (quizás éxito particular, pero fracaso de todos, lo cual debería considerarse fracaso particular y de todos, no inteligencia sino estupidez). Cuando en la política de hoy se discute acerca de derecha e izquierda, se está discutiendo el pasado, lo cual no tiene sentido cuando sabemos que ni la pura derecha (mano invisible) ni la pura izquierda (comunismo) brindarán soluciones para el futuro. Existen muchas situaciones dentro del abanico que no pueden ser clasificadas o que podrían ser intercambiables. Cuando se escucha o lee los discursos y las propuestas de los políticos en campaña resulta muy difícil diferenciarlos. Prácticamente hablan de lo mismo. Las soluciones que proponen no son muy distintas unas de las otras, por ahí discuten más de prioridades que de otra cosa. Pero el grueso de la discusión pasa por criticarse las acciones pasadas y tratar de relacionarlas con lo peor de la derecha o lo peor de la izquierda. Cuando se insiste en la diferenciación izquierda/derecha se está queriendo decir, “vieron lo que pasó cuando gobernó la izquierda (¿Perón?)” o “vieron lo que pasó cuando gobernó la derecha (¿Dictaduras?, Menen (¿peronista?)”. No sé donde ubicar a la UCR, será de centro. El hecho es que más o menos se coincide con lo que se quiere para el futuro pero los candidatos buscan diferenciarse apelando a un pasado que muchos ni siquiera vivieron. La actualización de estos extremos es un invento, probablemente entre otros, para mover una de las ruedas de la democracia actual argentina. El voto. Las bancas son una mercancía a las que se accede por medio del voto. Retomo la pregunta. ¿Qué sentido tendría votar si estuviéramos todos de acuerdo? En ésta democracia hay que diferenciarse, si la diferencia no existe se inventa, si existe una diferencia real se encubre por que nadie prefiere la pobreza a la riqueza, la inseguridad a la seguridad, la guerra a la paz, la injusticia a la justicia, el hambre a la abundancia, la ignorancia a la educación, ¿o sí? ¿o será que nadie está dispuesto a ceder nada para cambiar la situación?

Raulo