domingo, 11 de septiembre de 2011

La autopista del sur frente al kirchnerismo


En una nota publicada el miércoles 7 de setiembre en Clarín y titulada “Rutas posibles para el radicalismo”, Andrés Malamud esbozó algunos caminos posibles para la UCR a la vista de las elecciones que pasaron y las que pasarán. Lejos de intentar involucrarme en cuestiones relacionadas con el destino de la UCR y lejos también de instalarme en la discusión desde el costado de la Ciencia Política, me gustaría puntear alguna opción complementaria y alternativa.
La nota de Malamud señala, con justeza, argumentos que me son bastante familiares –me reúno muy seguido con mis amigos radicales- y que tienen que ver con que el desarrollo territorial y el apiñamiento de intendentes convertirán a ese partido en una segura segunda fuerza. Las bancas en diputados y senadores son otro de los argumentos favoritos para adornar un esquema de análisis que me parece insuficiente.
Matematizar con exageración, sin matizar políticamente, y contar de a uno, intendentes, diputados y senadores sin distinguir ni sus maneras de ver el mundo y el país ni los acuerdos que le permitieron llegar adonde están, resulta, al menos, un rasgo temerario. Contar dentro de un mismo coro a personas que entonan tan distinto puede llevar a una desafinación insoportable. Recargar la mirada institucionalista y pensar la política por fuera de sus rutinas y sus prácticas concretas puede hacer que se perciba un sujeto que es en realidad inexistente y, lo que es peor, que se deposite en él una cierta expectativa.
Los cambios políticos son antes cambios culturales. Si no hay un tempo cultural que busque otra cosa, la política no logra reflejarlo. El ejemplo del surgimiento esperanzador de La Alianza está allí para darnos una mano. Por lo tanto, la construcción de una verdadera fuerza de oposición no puede buscarse en el álgebra sino que tiene que responder a un entorno cultural. En el caso de la UCR específicamente, la suma de todos sus funcionarios no convierte al partido en un genuino esquema opositor. Básicamente porque las personas no creen que la UCR cumpla ese papel lo suficientemente bien como para generar una alternativa.
Probablemente, los caminos que puedan seguirse para la construcción de una genuina marca opositora sean otros. Me permito sugerir que no es posible centrarse en un solo partido si se trata de convocar a más personas y a más espacios sociales para construir una alternativa a un gobierno que, más allá de lo que pensemos, está dando respuestas a colectivos importantes y variados.
Un solo partido no puede expresar –es casi una canallada someterlo a semejante tensión- la complejidad de lo social y de la construcción de las identidades políticas individuales que marcan nuestros días. Esta vastedad de elementos que concurren a definir la elección de una persona no puede contenerse en el ideario de un solo partido. El peronismo, casi animalmente, lo entiende y lo resuelve  de modo endógeno. Hace años que no podemos saber qué cosa es el peronismo, quién lo tiene y quién lo define. Y no podemos hacerlo porque básicamente no existe, en su multiplicación ha perdido existencia concreta –metafísica pura- para construirse como una maquinaria simbólica que lo representa todo y gana elecciones.
A semejante aparato de convencimiento grupal no se le puede oponer una cuantificación irresoluta e informe. Es querer saltar sin poder antes caminar. Hace falta un mayor esfuerzo de imaginación, un mejor aporte de los intérpretes políticos centrales de la oposición para poder construir una institución lo suficientemente pluralista como para poder llamarnos a todos. La historia, la memoria y la tradición no alcanzan para poder esperanzar a las personas que aman la libertad. Crear un escenario en el que el kirchnerismo se vea desafiado requiere de más de un partido, de más de una idea y de más de una palabra.
Otra cuestión me inquieta del buen artículo de Malamud. Le supone verosimilitud a un esquema de oposición basándose en la hipótesis de una crisis que deberá de ser administrada por el gobierno. Esta manera de ver las cosas, que en otras oportunidades toma la forma argumental del péndulo que se aleja o acerca de las posiciones particulares, puede contener, inadvertidamente, una trampa. Y si no sucede que aparece esa crisis? Y, si en el caso de aparecer es bien resuelta por el gobierno?
Tal vez es tiempo de construir sin esperar al desastre y sin apelar a su fuerza redentora. Tal vez es tiempo de convocar porque somos mejores y no sólo porque no hay otra cosa.

7 comentarios:

Felipe dijo...

Muy de acuerdo con :

“Recargar la mirada institucionalista y pensar la política por fuera de sus rutinas y sus prácticas concretas puede hacer que se perciba un sujeto que es en realidad inexistente y, lo que es peor, que se deposite en él una cierta expectativa”

“Tal vez es tiempo de construir sin esperar al desastre y sin apelar a su fuerza redentora”


En cuanto a lo siguiente ..
« Si no hay un tempo cultural que busque otra cosa, la política no logra reflejarlo »

« Hace falta un mayor esfuerzo de imaginación, un mejor aporte de los intérpretes políticos centrales de la oposición para poder construir una institución lo suficientemente pluralista como para poder llamarnos a todos »

… la gran pregunta que uno puede hacerse es cual es ese tempo cultural que habria que interpretar ?
De no haberlo (el tempo cultural) aquella institucion pluralista perderia razon de ser.

Gabriel Palumbo dijo...

Felipe, lo que llamás "razón de ser" de ese espacio no es la interpretación del tempo cultural, es más bien su generación. No se puede interpretar lo que no existe. Gracias por pasar, una vez más.

Gonzalo Berra dijo...

"Tal vez es tiempo de construir sin esperar al desastre y sin apelar a su fuerza redentora. Tal vez es tiempo de convocar porque somos mejores y no sólo porque no hay otra cosa."
Extraordinario.

Felipe dijo...

Yo se que usted no le gusta que le haga preguntas .. pero no importa , me mando igual !

Gabriel
Que entendes por "tempo cultural" ?

Gabriel Palumbo dijo...

Clima cultural, sensación cultural de cambio. Una especie de reconocimiento colectivo sobre que hace falta cambiar. Eso, sencillamente. y desde un principio de todo este proceso electoral nunca se vivió ese clima. Obviamente la falta de una oposición querible, más algunos aciertos del gobierno concurren a lo mismo. Pero básicamente responde, a mi modestísimo entender, a que no se generan espacios confiables para que la gente empatice y quiera cambiar.

Felipe dijo...

"Una especie de reconocimiento colectivo sobre que hace falta cambiar"

Yo creo que quienes mas "insatisfechos" estan con la situacion actual son los kirchneristas. Son los mayores demandantes de cambios.

La lista es larga sobre cuestiones por cambiar :

* la muy pobre contribucion de las entidades financieras para el financiamiento de pymes
* la falta de restricciones para el acceso a la tierra de parte de extranjeros
* las leyes de arrendamiento de la tierra funcionales a la monocultura
* la falta de soberania alimentaria
* la falta de participacion de los trabajadores en las ganancias
* la desmonopolizacion en las cadenas de comercializacion
* un sistema impositivo regresivo


(muchos de estos reclamos se corresponden con leyes que estan en gateras en el congreso)

Anónimo dijo...

"Tal vez es tiempo de construir sin esperar al desastre y sin apelar a su fuerza redentora. Tal vez es tiempo de convocar porque somos mejores y no sólo porque no hay otra cosa." Acertado. Este es el camino. Muy buena frase.